Alexandra Pajuelo Ferrier

 

En esta encarnación nací en Perú y vine con la pasión por la danza, el canto y el teatro. Creí que era para dedicarme a ello de forma escénica y decidí ir a París. En el camino descubrí que para mí eran vehículos de sanación y transformación.

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Como suele pasarles a muchos, mi búsqueda empezó con esa necesidad de sanar heridas y de saber la verdad de las cosas, la verdad de quién soy y para qué estoy aquí. Tras estudios universitarios y la frustración de la multiplicidad de teorías, decidí emprender el camino vivenciándolo por mi misma.

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Tuve la intuición de que en Argentina algo importante me esperaba y era el encuentro con Río Abierto, una formación potente de 4 años, un sistema que aunaba lo que buscaba: lo artístico, lo terapéutico y lo espiritual. Fue un antes y un después para mí, un renacimiento. Pude sentir verdaderamente los pies en la tierra, perdiendo muchos miedos que no me permitían encarnar del todo sobre la Madre Tierra; miedos y dolores que traía de otras vidas. En paralelo apareció el camino rojo, más concretamente el camino de los hijos de la tierra del Uruguay.

 

La vida me llevó a España, a Pamplona-Iruña, donde pude seguir mi camino de autoconocimiento y crecimiento con otra formación clave e intensa de 4 años: la Gestalt, más una profundización de esta terapia desde un paradigma álmico-espiritual. En la Gestalt se habla de 2 vertientes: la de la costa oeste de Fritz y la de la costa este de Laura; se podría decir que una es más confrontativa y masculina y la otra más "apoyadora" y femenina. He tenido la oportunidad de vivenciar la profundidad y riqueza de ambos enfoques. 

 

Pude ser parte de la creación de Río Abierto Pamplona con Miren Portillo y Francisco Lezaun y ser colaboradora en Xanbala, Movimiento y Expresión, llevando grupos y terapias individuales. En esas tierras Navarras sobre todo encontré una familia espiritual con quién seguir caminando el espíritu y el amor, en círculo, con rezos, cantos, temazcales y ceremonias.

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Llegó un momento en que sentí la necesidad de profundizar más en mi ser mujer y llegaron los 13 retiros de Luna, una belleza de búsqueda de visión diseñada para nosotras. Me trajo la conexión intima y profunda con el rezo, con el corazón y con el sagrado femenino, en unión con el sagrado masculino. Mi Padre Espiritual, Alejandro Spangenberg, escuchó mi necesidad de conocer el nombre de mi alma para seguir caminando con más coherencia. Fui bautizada como “Mujer Claro de Luna”.

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Gracias a los retiros de luna y a ceremonias, empecé a recordar quién soy y mi propósito en esta Tierra. Esta página web sigue ese propósito, ofrecer mi servicio de terapeuta como mi granito de arena para una humanidad más pacífica y amorosa.

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Quiero hacer mención especial a mi padre y a mi madre en esta vida, por enseñarme, acompañarme y apoyarme en cada momento, a confiar en mi camino y elecciones. Los honro y amo con todo mi corazón.

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